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Adiós, Noruega; hola, Jutlandia

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Para completar nuestro “círculo” en este viaje, realizar menos kilómetros dentro de la paliza, y no pisar una misma zona dos veces, nos preparamos el regreso hacia Dinamarca por el lado contrario al que entramos: saliendo por el sur de Noruega, por Kristiansand, y entrando por el noroeste de Dinamarca, justo por el pico de la península de Jutlandia.

Desde la portuaria ciudad de Kristiansand sale un ferry que más bien podría ser un arca de noé. Uno de esos enormes “monstruos” marinos en los que cabe prácticamente una ciudad entera. Se trata de un trayecto largo y no es barato (nosotros pagamos más de 100 euros) pero que te pone, en tres horas y media, en tierras danesas. El crucero, en su interior, tiene de todo: animación para las decenas de niños que hay dentro, restaurantes, tiendas libres de impuestos y hasta wifi por satélite (no es gratis, pero a nosotros nos vino de lujo para planificar el resto del viaje).

En Kristiansand, por cierto, no hay mucho que ver. El sur de Noruega, por aquello de ser el sur, no creas que deja de ser verde y húmedo. Es verdad que desaparecen las grandes montañas y los enormes fiordos, pero el sabor sigue siendo el mismo, aunque con un toquecito más reconocible. Cierto es que no tuvimos mucho tiempo para recorrer la ciudad, pero el par de horas que estuvimos por ahí nos valió para ver que se trata de una “ciudad de vacaciones”, con un puerto deportivo bastante amplio y con el enorme puerto comercial a un lado, con un par de calles comerciales donde la gente aprovechaba los rayos de sol para sentarse a tomar algo en una de las pocas terrazas que hay por allí.

Lo de la entrada a Dinamarca por el el pico de Jutlandia es otro cantar. Seguramente, allí se encuentran dos de las cosas más impactantes que vimos durante este viaje. Dos auténticas maravillas naturales que convierten esta zona en visita obligada para el turista. Y ambas se encuentran muy cerca.

Skagen es un pequeño pueblecito que te llama la atención nada más llegar. En cuanto te introduces en sus calles te da la impresión de que fuera el último pueblo del mundo… No sé explicarlo, pero eso es lo que sentí. Calles anchísimas en una planicie enorme. Casas amarillas y de color pastel y bicicletas por la calle. Pero lo mejor está por venir. A lo lejos, se ve un faro. Hay que ir hacia allí. Cuando llegas al faro, al final ves un parking. Hay que ir hasta allí. Cuando aparcas, no ves más que un chiringuito como de playa en lo alto de un cerro. Y te sorprende (por allí no se estilan). Subes por un caminito, y detrás de una rosa de los vientos esculpida en el suelo, en el horizonte, ves una fabulosa lengua de arena que se asoma al fondo.

Se trata del lugar donde confluyen el Mar Báltico y el Mar del Norte. Un sitio especial y de una belleza inigualable. Una playa de arena blanquísima en Escandinavia donde, eso sí, unos enormes carteles avisan de que está prohibido el baño por culpa de las corrientes que se original al chocar estos gigantes marinos. Estando ahí, uno no puede evitar acercarse hasta el final y dejarse mojar los pies por dos aguas diferentes, una por la derecha y otra por la izquierda. Un paseo que, durante el atardecer, se revela como algo especial; como uno de esos momentos de este viaje que nunca se olvidarán.

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Muy cerca de Skagen, pero ya camino hacia el sur, por la única carretera que hay de bajada, se encuentra un lugar que nunca te esperas ver en un sitio como Dinamarca. De hecho, a mucha gente le parecerá una locura y hasta que no lo ves con tus propios ojos no te lo puedes creer. Me había hablado de ello Sele, un viajero apasionado, y no me podía ir de allí sin verlo. Se trata de la duna de Råbjerg Mile, un verdadero desierto situado sorprendentemente en Escandinavia. Una duna migratoria que cada año avanza unos metros arrastrando todo aquello que se encuentra por el medio y que transporta al viajero a varios miles de kilómetros hacia el sur con sólo dar un paseo por esa ingente masa de fina y blanca arena. Porque, amigos, no se trata de una pequeña duna en la que apenas se puede caminar sino de un verdadero minidesierto. Se trata de un lugar mágico. Un sitio de esos en los que te quedas pensando en las maravillas de la naturaleza. Un sitio de esos que no te explicas cómo se puede haber formado justo ahí.

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=4gnlLU1bRtA[/youtube]


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